jueves, 28 de febrero de 2013

STA FE: “Trabajar para enfermedades para las que hoy no hay cura”


El investigador del Conicet Claudio Fernández explica cómo funcionará la Plataforma de Desarrollo y Diseño de Fármacos. Fernández consideró que es fundamental la formación de especialistas para cumplir con las investigaciones.


“Trabajar para enfermedades para las que hoy no hay cura”
En una entrevista concedida a El Ciudadano, Claudio Fernández, investigador del Conicet, se refiere a la próxima puesta en funcionamiento de la Plataforma de Desarrollo y Diseño de Fármacos. Y pasa revista a temas como la importancia del estudio de la estructura de las proteínas, la tecnología necesaria para hacerlo y la formación de profesionales idóneos.
—¿Por qué concentra tanta importancia el estudio de la estructura de las proteínas?
—Porque las proteínas desarrollan una función biológica y esa función la cumplen gracias a su estructura. En el caso, por ejemplo, de las enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, el Alzheimer, el Huntington, se trata de proteínas que producen las mismas neuronas para que cumplan determinada función, y llegado a un estadio de la vida, o por cierta predisposición genética o por haberse expuesto a distintos factores ambientales, esa proteína cambia de conformación, cambia su estructura. Cuando la proteína llega a cierto nivel de cambio comienza a ser nociva para la neurona, hasta ocasionarle la muerte.
—¿Cómo se van notando esos cambios en el ser humano?
—Las manifestaciones se hacen evidentes cuando ya ha avanzado el deterioro neuronal.
—¿Entonces?
—Adquiere relevancia conocer la estructura de las proteínas responsables de determinadas funciones. Esto nos permite detectar cuál es la forma nociva de la estructura de la proteína encargada de generar el daño intraneuronal. Al tener acceso a su estructura podemos llegar a conocer el mecanismo y los pasos que existen entre la proteína que genera bienestar y la proteína nociva. Al tener esa información detallada podemos comenzar a atacar ese proceso diseñando fármacos.
—¿Estos estudios exigen una alta inversión en tecnología?
—Sí. Porque el descubrimiento y diseño de fármacos involucra a muchas disciplinas y unidades de investigación. Deben interactuar cinco o seis unidades especializadas; desde química computacional hasta la biología molecular y los ensayos preclínicos; o sea, es un estudio multidisciplinario que requiere profesionales altamente especializados en cada una de las áreas, y tecnología de última generación para realizar los ensayos correspondientes.
—Han ganado, por concurso, la instalación de la Plataforma de Descubrimiento y Diseño de Fármacos en fase preclínica, ¿qué puede decir al respecto?
—El trabajo que venimos realizando desde hace unos años alcanzó resonancia internacional, ubicó a nuestro laboratorio en la mirada de los centros de investigación, lo que llevó a recibir ofertas para instalarnos en el exterior. Nuestro grupo ha generado conocimiento en el área de las enfermedades neurodegenerativas como Parkinson, Alzheimer, Hungtington. Ahora, con la adjudicación de la Plataforma por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, vamos a traer unidades especializadas que nos permitirán trabajar, además, en distintos tipos de cánceres y vamos a atender las enfermedades endémicas de la región como chagas y leishmaniasis, de las que nadie se ocupa por falta de interés comercial. Nosotros asumimos al respecto un compromiso ético. La nueva Plataforma nos permitirá trabajar en descubrir y diseñar nuevos fármacos para enfermedades que hoy no tienen cura.
—¿Esto requiere una alta inversión?
—Estamos hablando de que el Estado argentino está invirtiendo en el proyecto 8 millones de pesos a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación y de la UNR, que está generando la estructura edilicia que ocupará unos 1.500 metros cuadrados para que en las seis unidades que vamos a ocupar contemos con el espacio necesario y común para interactuar mientras vamos avanzando en nuestros respectivos desarrollos. Además, se han aportado otros 3 millones de pesos de instituciones públicas y fuentes privadas alemanas.
—¿Todo este proyecto exige la formación continua de profesionales?
—Sí, por supuesto. Esto exige una formación de recursos humanos altamente especializados, además de desarrollar un área de vacancia en Argentina y en toda América latina como es la plataforma de descubrimiento y desarrollo de fármacos innovadores. Nuestra idea es consolidar la plataforma y luego extender este conocimiento a los distintos países de la región. Pero es como usted insinúa: el proyecto requiere personal altamente especializado y tecnología de última generación.
—Rosario se ofrece como un polo científico-tecnológico de calidad, al país y al mundo…
—Va a llegar un momento en que, como Rosario está creciendo como polo científico y se incorporan nuevas tecnologías, el cuello de botella seguirán siendo los recursos humanos, para lo cual tenemos que comenzar a planificar. Por eso hace, tres años que venimos trabajando en la generación de un componente educativo que acompañe a este proyecto y es el Doctorado Internacional en Biociencias Moleculares y Medicina. Este primer doctorado internacional fue acreditado por la Coneau (NdR: Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria) en diciembre pasado. Es el primero que tiene Argentina y se constituyó en el marco de un acuerdo firmado entre la UNR y la Universidad de Göttingen (NdR: ciudad alemana con 130.000 habitantes y 45 premios Nobel). Esto implica que los doctorandos locales van a pasar la mitad de su tiempo de estudio en el extranjero. El título será reconocido por ambos países. Nuestros jóvenes tendrán acceso a centros de alta calidad científica.
—¿Quiénes apoyan y por qué a este proyecto?
—La gestión nacional es a través de Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, como parte de una política de estado en la materia. Creo que se ha entendido que ciencia y tecnología es una materia fundamental para que un país avance. También la universidad pública (UNR), que ha contribuido con la mitad de la inversión, y la Universidad de Göttingen y la Sociedad Max Plank, que han entendido que éste que les ofrecemos es un polo científico de desarrollo confiable.
—¿Cuándo se pone en funcionamiento?
—El edificio se inaugura a fines de abril de 2013. En mayo están llegando, repatriados, cinco grupos del exterior, algunos formados en Göttingen; otros en Cambrige, en Berlín y en Barcelona. La tecnología que ya está comprada quedará instalada en el laboratorio entre septiembre y octubre de este año. Y los tres grupos restantes de investigación llegarán a fin de 2013. Así que a mitad de año estaremos operativos y al ciento por ciento en diciembre de este año.

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